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mayo 21, 2014

La taranovela mexicana

México es un país mundialmente reconocido por la producción de telenovelas, aquellas que ocupan los horarios estelares en la programación televisiva y que son capaces de parar al mundo por ver el tan esperado final.

El éxito de tales historias es sorprendente; en sus comienzos fue innovador, había muchas mentes creativas que buscaban producir contenido original y atractivo para los televidentes, los guionistas comenzaron por llevar a la pantalla historias de lo local y lo cotidiano para representar la vida y las aspiraciones a nivel nacional.

Claro está, que como todo producto comunicativo, las telenovelas han sido controladas para servir a los intereses económicos y políticos del momento, por lo que las historias presentadas de lunes a viernes fortalecían prejuicios, marcaban jerarquías sociales y estimulaban la aspiración -aunque solo fuera una ilusión- y mostraban el ritmo de la vida contemporánea, incluso en su momento comenzaron a inculcar la globalización en los pasivos televidentes que otorgaban una hora diaria (o más) de su tiempo libre.

Hasta hace poco las telenovelas eran aceptables, sin embargo, comenzaron a verse como un producto de importación, por lo que las televisoras se enfocaron en vender las historias y crear más y más productos con artistas reconocidos: las actrices más guapas y los actores más galanes, por lo que las historias se dejaron de lado. Esto llevo al remake o reinterpretación de historias clásicas.

Cada telenovela suele tener un propósito, uno o varios mensajes que reciben los televidentes pero que a ojos de los extranjeros, ese mensaje no es otra cosa que un reflejo de la cultura y la sociedad mexicana, pero ¿nosotros como mexicanos reconocemos que las cosas sean realmente así? ¿Eso es lo que realmente somos?

Las telenovelas tienen estereotipos muy exagerados, algunas historias caen en lo absurdo, las protagonistas suelen pasarse de “inocentes” y solo falta el hada madrina para la tradicional boda con que suelen terminar las historias.

Si bien no todas las telenovelas tienen como base un relato de amor, está el caso de las historias que tocan diferentes temáticas muy bien definidas como el tráfico de personas o de estupefacientes, aunque sea de forma secundaria. Nunca fallan. Sin embargo; tenemos que ser conscientes de la realidad, las cosas no son así, lamentablemente  todo es mucho más drástico y complicado que como en la pantalla y no suelen terminar felizmente en muchos casos.

Se podría hacer un experimento: ser más observadores, entablar charlas con nuestros conocidos, preocuparnos más por los amigos y familiares, generar ese lazo de confianza y conocer sus historias, aquello que les preocupa y las aventuras tan interesantes que se pueden vivir en el día a día. Entre nuestros conocidos podemos encontrar historias, dignas de ser llevadas a la televisión, tan conmovedoras, divertidas o intrigantes como las de la pantallita.

No está mal que como parte de nuestro entretenimiento veamos la oferta de programas televisivos, pero no considero que sea justo ver la misma historia una y mil veces solo que con diferentes caras y con los artistas del momento, cuando podemos ser parte de una y tratar de disfrutar del tiempo libre que nos deja el caótico ritmo de vida en México para hacer una variedad de actividades que no impliquen generar más estrés por saber si Luisa Fernanda  encontrará al amor de su vida Carlos Eduardo.




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